Parte 1: Escribir es como coser
«Escribir es como coser cuando puedes engrapar» me dijo una joven amiga cuando le mostré las 300 cuartillas que había terminado de escribir. No he podido olvidar esa espontánea definición de la escritura como una actividad artesanal, labor de seres hacendosos, abuelos, personas de otra generación. Si escribir es como coser ¿qué es como engrapar? Supongo que para ella esa actividad eficiente implica la imagen en movimiento, el sonido, la interacción. Engrapar es como el cine, el video o las aplicaciones multimedia que comunican ideas con eficacia porque involucran simultáneamente varios sentidos y descifran de manera inmediata la información.
La analogía de mi joven amiga es limitada y sólo funciona en cuanto a la transmisión de las ideas porque en cuanto a la realización, tanto la escritura como el cine, el video y la música requieren un gran dominio técnico y elaboración creativa. Sin embargo, podríamos utilizarla para hablar del libro digital interactivo porque podría ser una buena mezcla de hilo y grapa.
Actualmente, la mayoría de los libros digitales son archivos de texto digitalizado que ofrecen una experiencia de interactividad limitada, pues se trata de libros que alimentan los grandes acervos virtuales que satisfacen las necesidades del mercado editorial. La ventaja de este tipo de digitalización es el amplio acceso que tenemos a una gran cantidad de títulos. Hasta hace pocos años hacer investigación en cualquier disciplina suponía tener que asistir a una biblioteca especializada, pedir préstamos interbibliotecarios, sacar fotocopias o perseguir a los profesores durante días hasta que le prestaban a uno la única copia del libro en la ciudad. Ahora es posible disponer de una gran cantidad de textos especializados a través de las bases de datos y bibliotecas virtuales. Pero este tipo de libros digitales no aportan mucho a la experiencia lectora del libro impreso.